Por
un lado, tenemos cerca de 6.000.000 de parados, casi el 25% de tasa de paro, 1.700.000
familias con todos los miembros en paro, 90.000 millones de deuda pública y 40.000
millones de rescate a la banca más los 80.000 del rescate anterior.
Por
otro, se desmantela el Estado de Bienestar, entramos en la senda de la
privatización de la sanidad y la educación pública, desaparecen las ayudas a la
dependencia, se establece el modelo asiático de relaciones laborales, donde los
derechos de los trabajadores desparecen a favor de los intereses de la empresa
y desaparece cualquier marco de seguridad laboral para el trabajador con la
ultractividad de los convenios (a partir de febrero muchos trabajadores pasaran
a cobrar el salario mínimo si su empresa no quiere negociar el convenio).
A
todo esto se suman, los sangrantes desahucios, que basándose en intereses
especulativos de las entidades financieras, permiten que miles de familias
vivan en la calle con una deuda de por vida, así como, la posibilidad de
despedir a los trabajadores fijos de la Administración para hacer frente al
adelgazamiento de la Administración y el desmantelamiento de las empresas
públicas. Como podemos augurar, próximamente les tocará a los funcionarios y
funcionarias, ya que la privatización de las empresas públicas derivará en un
problema de personal con este colectivo.
En
general los empleados públicos somos una clase ni-ni en este sentido. Nuestra
capacidad de reacción no va más allá de acudir a alguna manifestación, o expresar
nuestros temores y nuestro miedo por como va el país. Nos hemos olvidado de que
nuestro futuro depende de nosotros mismos. Por eso, hemos de ser capaces de
decir que existe un fraude electoral, que les elegimos para que nos defendieran
y no para que nos hundieran, de elegir y expresar con toda nuestra rabia
contenida que esto no lo queremos, ni para nosotros ni para nuestros hijos, de
demostrar que no nos van a callar la boca por muchas reformas y contrarreformas
que aprueben con su mayoría absoluta. Y de gritar alto y claro, para que nos
escuchen, que nos deben su puesto, que nosotros les pusimos y les pagamos, que
nos deben una solución a nuestros problemas, que sabemos que se han vendido a
Merckel, a los mercados y al capitalismo financiero, pero que hasta aquí hemos
llegado. Que no pueden vender el capital humano de un país por unos años más en
el pago de una deuda.
Si
conocemos las letras y los números, creemos en nosotros mismos y en nuestros
derechos, y tenemos ganas de gritar… entonces nos sobran los motivos para
acudir a la Huelga
General del 14 de noviembre.
Escrito por:
Secretario General AGE y Sector
Postal de la FSP UGT Almería
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