lunes, 20 de mayo de 2019

NO QUEREMOS OLVIDAR



       Carmen Vidal, Secretaria General de UGT Almería




Hace unos días aparecieron en distintos medios dos noticias particularmente tristes. Una de ellas hacía referencia a la retirada por la Junta de Andalucía de la subvención a la web "Todoslosnombres.org", creada en el año 2006 para mantener una base de datos con los nombres y apellidos de los casi cien mil represaliados por el franquismo en la Comunidad andaluza. Una web a la que también hemos recurrido en nuestro Sindicato para buscar información sobre represaliados de la guerra civil, porque fueron muchas las personas de UGT desaparecidas durante la dictadura. La cantidad de la subvención es, según parece, de 10.000 euros, una suma no especialmente elevada en comparación con la utilidad de esta web, que aporta una información valiosísima para reparar moralmente tanto a las víctimas como a sus familiares.

La segunda de las noticias resultó ser no solo más triste que la anterior, sino más dolorosa y demostrativa de hasta dónde puede llegar la crueldad humana. La prensa nos cuenta que unos arqueólogos se toparon, al abrir una fosa de la guerra civil, con los restos de una mujer y, junto a ellos, con un sonajero. Unos restos que pertenecían a Catalina Muñoz, fusilada en 1936 mientras llevaba en el bolsillo de su mandil el juguete de su hijo de nueve meses. Ahora, después de 83 años, conocemos su historia y sabemos que su cadáver fue rociado con cal viva y enterrado sin ataúd. El "pecado" de Catalina fue ser la pareja de un republicano.

Quiero creer que a cualquier persona, con un mínimo de humanidad, que haya conocido esta historia se le tiene que haber encogido el corazón o, al menos, haber despertado algún sentimiento de amargura y desazón pensando no sólo en Catalina y en su hijo de nueve meses que quedó huérfano, sino también en las cientos de miles de personas fusiladas durante la represión franquista y que aún no han sido encontradas. Porque no se trata solo de buscar y encontrar unos huesos, como dicen algunos, sino de algo que va más allá, algo que nos permite diferenciarnos de algunos animales (determinadas especies reaccionan ante la muerte sintiendo compasión), y que no es otra cosa que nuestra capacidad, como seres humanos, de empatizar con los demás, esto es, de "identificarnos con alguien y compartir sus sentimientos".

A quién no le inquieta el solo hecho de pensar que, tras la muerte de un familiar, sus restos no puedan ser recuperados porque se desconoce su paradero. Sabemos que un rasgo común de todas las culturas, desde los principios de la humanidad, es el honrar a los muertos: a un difunto no se le desecha como a un trapo viejo, a un difunto se le rinde un último homenaje y se le respeta, porque son personas que, de alguna manera, han marcado nuestra existencia y deseamos que su conciencia se quede con nosotros. Esto es algo que todos hacemos con nuestros muertos, independientemente de nuestra ideología y de nuestras creencias. Solamente es cuestión de humanidad.

En el sindicato que represento no queremos olvidar, no queremos ignorar una parte importante de nuestro pasado y que forma parte de nuestras señas de identidad. Queremos conocer todos los nombres de las personas, ugetistas o no, que aún quedan en las cunetas o en las fosas comunes junto a las tapias de los cementerios. Queremos que se repare la memoria de miles de andaluces y andaluzas que lucharon por una España democrática y con derechos.